15 de abril de 2025

La seguridad en discotecas y bares de RD tras lo del Jet Set: ¿de verdad cambió algo?

La seguridad en discotecas y bares en RD: ¿de verdad aprendimos algo del Jet Set?

La noche dominicana siempre ha tenido su swing. Entre música, tragos y coros encendíos, los colmadones, bares y discotecas forman parte del alma de esta tierra. Pero a veces, esa misma vibra se ve manchada por tragedias que dejan más preguntas que respuestas. Y sí, hablamos del caso del Jet Set.

Lo que pasó en ese icónico lugar todavía pesa en la memoria colectiva. No solo por la magnitud del hecho, sino porque tocó un punto sensible: la seguridad (o la falta de ella) en sitios donde vamos a pasarla bien.

Pero más allá de la indignación del momento, el luto en redes y los titulares de prensa… ¿realmente cambió algo en la movida nocturna dominicana? ¿Se están haciendo las cosas mejor o seguimos bailando sobre hielo fino?


¿Qué era el Jet Set y por qué dolió tanto?

Hablar del Jet Set es hablar de historia viva del entretenimiento en Santo Domingo. Ese local no era cualquier bar: era el lugar donde se presentaban leyendas, donde muchos celebraban cumpleaños, donde se armaron fiestas que se volvieron cuentos pa’ toda la vida.

Por eso, cuando la tragedia tocó sus puertas —una muerte violenta, seguridad ausente y mucho silencio institucional—, la cosa caló profundo. No fue solo un suceso más: fue un “¡basta ya!” disfrazado de duelo.


El golpe que nos obligó a mirar lo evidente

Lo triste es que hacía rato que se venía avisando. Muchos lugares de entretenimiento funcionaban (y aún funcionan) sin cumplir mínimamente con protocolos de seguridad:

  • Salidas de emergencia bloqueadas

  • Personal de seguridad sin preparación real

  • Equipos de vigilancia obsoletos o inexistentes

  • Sobreaforo sin control

  • Inspecciones, cuando se hacen, son por “cumplir”

Lo del Jet Set no fue casualidad. Fue consecuencia.


¿Qué ha cambiado desde entonces?

Tras la presión pública y el eco mediático, algunas cosas sí se movieron (aunque no al ritmo que uno esperaría):

1. Revisión de licencias

Muchos locales fueron inspeccionados y hasta cerrados momentáneamente por falta de permisos, problemas estructurales o temas de seguridad.

2. Capacitación express de personal

Algunos negocios, sobre todo en zonas populares, empezaron a contratar personal con formación en manejo de crisis, primeros auxilios y control de multitudes. Aunque ojo: la mayoría fue pura pose pa’ la prensa.

3. Mayor presencia policial

En ciertos sectores como la Churchill, la Zona Colonial y Santiago centro, se ha notado un poco más de patrullaje nocturno. Pero, siendo sinceros, no es algo constante.

4. Cámaras de seguridad

Sí, algunos han instalado cámaras nuevas. Pero en muchos casos son más decorativas que funcionales. De poco sirven si no hay quien las supervise o si los videos “se pierden”.


Lo que sigue igualito (y preocupa)

Por cada paso que se ha dado, hay tres cosas que siguen igual:

  • Los permisos se consiguen “por atrás” No importa si el lugar no cumple nada. Si hay contacto, se le da pa’ lante.

  • El desinterés de las autoridades locales ¿Cuántos ayuntamientos hacen inspecciones reales y frecuentes? Exacto. Muy pocos.

  • El relajo de la gente También hay que decirlo: como público, muchas veces nos conformamos. Sabemos que el sitio es un horno humano, pero “es que ahí es que suena la buena música”.


Entonces… ¿qué nos toca?

No se trata de dejar de salir ni vivir con miedo, sino de exigir que los lugares donde vamos a disfrutar cumplan con lo básico: seguridad, control, protocolos. Que no se vuelva a repetir lo del Jet Set. Que la próxima historia de fiesta no termine en tragedia.

Como ciudadanos, tenemos voz. Y si la usamos, podemos obligar a los dueños de negocios y a las autoridades a que respondan. Porque la noche es pa’ gozarla, no pa’ lamentarla.


📌 Conclusión

RD tiene rumba, tiene calle, tiene flow. Pero también tiene que tener conciencia. Y si un suceso como el del Jet Set no nos hace cambiar las reglas del juego, entonces estamos condenados a repetirlo.

La seguridad no debería ser un lujo en un país que vive de su alegría. Debería ser la base de cada noche buena.

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