Jet Set: La tragedia que unió a todo un país

Jet Set: La tragedia que unió a todo un país
En República Dominicana hay lugares que no solo son puntos de encuentro, sino símbolos de toda una época. Uno de esos lugares es el famoso Jet Set, en la autopista 30 de mayo. Un espacio donde la música en vivo, el ron con cola y los recuerdos se mezclaban entre luces tenues y humo de cigarro. Pero aquel día… la fiesta se convirtió en dolor. Una tragedia que, aunque pasaron los años, todavía se siente cerca. Y lo más loco de todo: logró algo raro en este país… nos unió a todos.
¿Qué fue lo que pasó en el Jet Set?
Aunque para muchos el nombre suena a rumba y merengue, el Jet Set también se convirtió en el escenario de un suceso que paralizó al país entero. La noche del 9 de marzo del 2003, un tiroteo terminó con la vida de varias personas durante un concierto. Nadie lo vio venir. Lo que debía ser una noche más de perreo, tragos y coro, se transformó en caos, gritos y luto.
Una nación de luto (y en shock)
Lo que más dolió no fue solo la tragedia en sí, sino a quiénes se llevó. Algunos de los fallecidos eran jóvenes conocidos del medio, gente del arte, estudiantes, padres de familia. Personas que, como tú o como yo, solo querían pasar un buen rato. La noticia reventó todos los noticieros, se metió en las casas, en los colmadones, en los taxis, en las esquinas. No había quien no hablara de eso.
El efecto Jet Set: cuando el país se detuvo
Por unos días, RD se sintió en pausa. La música bajó el volumen, la gente habló bajito y hasta los programas de chismes se pusieron serios. Las redes sociales todavía no dominaban como ahora, pero en los foros, cadenas de correos y programas de radio, el tema era uno solo: ¿cómo fue posible esto?
Y no era solo morbo. Era genuino dolor, impotencia y rabia. En medio de la violencia cotidiana que muchas veces nos adormece, esto nos sacudió. Nos recordó que detrás de cada número hay una vida, una historia, una familia.
¿Por qué nos pegó tan duro?
Porque el Jet Set no era solo una discoteca. Era símbolo. Era memoria colectiva. Todos conocíamos a alguien que había ido, que tocó ahí, que hizo fila en la puerta, que se enamoró bailando un bolero. Era parte de nuestro ADN urbano. Y que algo tan feo ocurriera en un lugar tan nuestro… duele el doble.
Lo que quedó después
A raíz de esta tragedia, se comenzaron a revisar protocolos de seguridad en locales nocturnos, se pusieron más estrictas algunas normas, y el tema de la violencia en el ocio se volvió parte de la conversación nacional. Quizás no se resolvió todo (spoiler: no), pero se sembró una semillita de conciencia.
Hoy, muchos años después, el Jet Set sigue en pie, pero con cicatrices. Y nosotros también. Pero si algo dejó claro esa noche es que, aunque tengamos diferencias, cuando algo nos toca el alma como pueblo… nos abrazamos en el dolor.